Su labor escultórica que comenzó en el año 1982, en un fructífero trabajo en soledad, le ha llevado a la realización de más de ochocientas esculturas en piedra. Éstas, la investigación de diferentes materiales, y su pasión de lector infatigable, a su vez, le han conducido a la incursión en varios tipos de lenguajes escultóricos que, aunque en una primera y somera lectura parecen diferentes o dan la falsa impresión de que está en cambio continuo, hay debajo de todos ellos una sutil pero decisiva y enérgica línea que todo lo hilvana. Una urdimbre en la que se estructura o trama todo el discurso escultórico: LA SEMIÓTICA, el signo de las cosas; el resultado de expresar las ideas y sentimientos en formas lo mas simples, sencillas y limpias posibles; es como si fueran distintos niveles de visión de la misma “realidad”, pero siempre tratándola de expresar de la manera mas elemental, escueta, pura o desnuda que alcanza.
Dentro de esa semiótica, de esos signos, se acomodan esos grafismos que comenzaron en el año 2001 y que terminaron por convertirse en una “auténtica” escultura-escritura. Signos que nos recuerdan los lenguajes primigenios: el demótico egipcio, las runas escandinavas; obras que nos susurran tiempos y culturas lejanas, como viejos signos gravados en piedras en una especie de escultura- escrita y que nos remiten a su vez a restos arqueológicos, a paleografías tenaces que son meras espectadoras del quehacer del hombre. Para su realización ha utilizado tanto granito como basalto y sobre todo alabastro.
Encajaría así mismo, en esa urdimbre, su última forma de proceder que sería “LA DECONSTRUCCIÓN” en la que he trabajado especialmente desde el año 2003 y que se desarrolló releyendo al desaparecido Jacques Derrida y abundando en su hacer y rehacer, en su deconstruir el pensamiento…
Con esa “Deconstrucción” trata de expresar una renovada forma de ver el mundo; de volcar una fresca y nueva mirada, de rehacer una y otra vez la vida… de desmantelarla para buscar otras formas de expresión, con el fin de que siendo siempre la misma, surja siempre nueva. Para la realización de esta forma de expresión, utiliza piedras o cantos rodados de diferentes tamaños y conseguidos de muy diferente sitios o lugares, pero siendo siempre pórfidos o materiales magmáticos y por ello de gran dureza. Los fractura, parte o desmiembra, trabaja y manipula, quiebra o hace pedazos con el fin de unir posteriormente todas o algunas de sus partes, pero siempre de una manera diferente al original, dando lugar a mutaciones o transformaciones, a resultados que me sorprenden siempre al ver que aquella primitiva unidad pueda mudar, tomar otro giro y emerger de ella algo tan especial y distinto. Algo que habiendo sido una forma cerrada, aparentemente completa en sí misma o terminada, quede abierta de repente y le muestre o le entregue unas posibilidades de transformación, de cambio, de duda … infinitas.